El 15 de agosto celebramos la Asunción de la Virgen María, un momento de gran significado espiritual. Nuestra comunidad educativa tuvo la oportunidad de asistir a la Catedral para conmemorar su elevación al cielo en cuerpo y alma.
Los sacerdotes que presidieron la misa en el turno mañana y la celebración de la palabra en el turno tarde, nos invitaron a reflexionar sobre la figura de María como modelo de amor, humildad y servicio. Fue un momento especial para todos, donde recibimos la bendición con el agua bendita como signo de renovar nuestra fe recibida en el día del bautismo.
Nosotros nos alegramos porque María, la Madre de Nuestro Salvador, que vivió tan unida a su Hijo aquí en la tierra, es ahora conducida al cielo para estar con su Hijo por toda la eternidad. Ella nos abre a la esperanza, a un futuro lleno de alegría y nos enseña el camino para alcanzarlo: acoger en la fe a su Hijo; no perder nunca la amistad con él, sino dejarnos iluminar y guiar por su Palabra; seguirlo cada día, incluso en los momentos en que sentimos que nuestras cruces resultan pesadas.
¡Qué consuelo el saber que en el cielo hay dos corazones humanos que laten por nosotros! El corazón de Jesús y el de María.Agradecemos a quienes hicieron posible esta celebración tan significativa.